Según un estudio del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña, un 77% de la población catalana aceptaría algún mecanismo de pago para regular la recolección de setas, siempre y cuando los beneficios se reinviertan en los bosques. Regular esta práctica puede favorecer una gestión forestal sostenible a la vez que puede aliviar las crecientes tensiones entre recolectores y propietarios.
Los temporales generan un gran oleaje que ponen en riesgo a los puertos, un problema al que se suma el aumento del nivel del mar provocado por el cambio climático. Un equipo de científicos ha analizado el impacto de este fenómeno en Cataluña y concluye que para 2100 el número de puertos afectados se duplicará.
Una correcta división celular meiótica resulta fundamental para la formación de los gametos. Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid han comprobado en una planta cómo un tipo de proteína argonauta resulta clave para que esta división se realice correctamente.
Montuak, la joven hembra de tiburón blanco monitorizada. / OCEARCH
Un equipo del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona describen en moscas que la concentración de unos pequeños orgánulos intracelulares determina la capacidad de ramificación de las células traqueales. Las células traqueales son estructuras análogas a las células que forman los vasos sanguíneos del cuerpo humano. Inhibir o promover la formación de nuevo vasos tiene implicaciones en cáncer y regeneración de tejidos.
La electrocución es la causa de muerte más probable para una águila perdicera (Aquila fasciata), una especie amenazada en Europa. Este es el caso de un ejemplar anillado en 2008 en la montaña de Montserrat, y muerto en 2014 en una zona con alta densidad de líneas eléctricas, en un municipio del Penedès donde se había instalado para criar y se encontraba incubando con su pareja. También sufrió el mismo destino otra águila anillada en las montañas del Vallès en 2013 y encontrada muerta en 2015 a los pies de una torre eléctrica en el Empordà (Girona).
Lupa y Moka no son perritas al uso, como tampoco lo son sus dueñas, Ana y Eva Arróniz, dos hermanas francoespañolas de 11 y 13 años que sufren diabetes tipo 1 desde la edad de cinco. La enfermedad no les ha impedido asistir al colegio, y lo hacen acompañadas de sus mascotas, entrenadas para alertarlas de cualquier alteración en sus niveles de glucosa. El olfato de las perras lo detecta antes que cualquier sensor.
Ana (izquierda) y Eva (derecha) posan junto a Lupa y Moka, dos perritas que ya forman parte de la familia y que pueden detectar las variaciones en los niveles de glucosa de sus dueñas. / Sinc