El veneno de un gran número de animales venenosos como los escorpiones, protagonistas del #Cienciaalobestia, apenas ha sido estudiado, y cuando se ha hecho, el animal ha tenido que ser sacrificado. Un nuevo método, aplicado directamente sobre el veneno, ha permitido analizar en profundidad cómo estos artrópodos producen esta sustancia sin que mueran.
Algunos roedores ancestrales pudieron haberse infectado con coronavirus similares al síndrome respiratorio agudo, lo que les llevó a adquirir tolerancia o resistencia a los patógenos, según una investigación liderada por la Universidad de Princeton en EE UU. Este hecho plantea la posibilidad de que los ejemplares modernos puedan ser reservorios de virus de este tipo.
El ADN de 136 esqueletos prehistóricos ha sacado a la luz las transformaciones genómicas y sociales que tuvieron lugar durante la transición de la Edad del Cobre a la Edad del Bronce en el suroeste de Europa.
El ancestro común de todos los tunicados, el grupo hermano de los vertebrados, era un organismo de vida sedentaria, y no uno de vida libre, como se pensaba hasta ahora. La pérdida masiva de genes que conllevó a la deconstrucción de la red génica del corazón permitió hace millones de años la adaptación hacia la vida libre, según revela un estudio de la Universidad de Barcelona.
Un equipo de científicos británicos y alemanes ha logrado el primer examen celular y molecular detallado de un embrión humano de entre 16 y 19 días, durante un momento fundamental de su desarrollo conocido como gastrulación. El análisis del embrión, donado tras una interrupción voluntaria del embarazo, muestra que en esta fase aún no ha comenzado la formación celular del sistema nervioso.
Muchas de las medidas políticas que se están tomando en términos de crisis climática se basan en recomendaciones de los científicos que llevan décadas alertando de las consecuencias del cambio climático. Pero ¿son escuchados realmente? La comunidad científica ha vivido esta Cumbre del Clima con cierta decepción y frustración, aunque no pierde la esperanza.
Los representantes de 196 países cerraron anoche un pacto en Glasgow que supone un progreso desigual hacia el objetivo de impedir que la temperatura del planeta suba más de 1,5 ºC a finales de siglo. Sin embargo, aumenta la presión para acelerar la ambición esta década y lograr la descarbornización de la economía.
Un equipo de científicos ha demostrado que las aves del sotobosque amazónico, protagonistas del #Cienciaalobestia, se están adaptando tanto en tamaño como en forma al aumento de las temperaturas. Según los autores, los resultados suponen una evidencia más de que el calentamiento del planeta tiene un impacto en la fauna a escala global.
Adoptar nuevos hábitos para combatir el cambio climático supone modificar cómo nos desplazamos, consumimos y nos alimentamos. No es fácil: en general, los europeos son reticentes. Además, las acciones individuales deben ir acompañadas de políticas climáticas para limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5 ºC.