Este estudio, en el que participa el CREAF y el CSIC, demuestra por primera vez que los árboles no entran en un estado de dormición completo y mantienen las raíces activas. Los resultados cambian la percepción de cómo aquellos que tienen hoja caduca podrían adaptarse al cambio climático y también revelan que el suelo forestal es un sumidero de carbono con más capacidad de la que se creía.
Los ancestros de este fósil viviente, Araucaria araucana, convivieron con los dinosaurios. Puede vivir mil años, alcanza 50 metros y está amenazado por la tala.
El Gobierno de Chile ha cancelado la construcción de una carretera a través del Parque Nacional Alerce Costero, santuario de alerces milenarios entre los que se encuentra uno de los árboles vivos más longevos del mundo. Las iniciativas de científicos y ciudadanos han protegido el ecosistema lluvioso, con especies de flora y fauna únicas en el mundo.
Hace medio millón de años, los humanos ya construían estructuras con este material. Restos hallados por investigadores británicos en el río Kalambo, en Zambia, que datan de hace 476.000 años, suponen el uso más temprano de la carpintería en África reconocido hasta ahora, lo que amplía la comprensión de las habilidades técnicas de los primeros homínidos.
El peligro extremo por falta de agua lo sufren también espacios forestales del sur de Australia, el noroeste del Amazonas y de los Estados Unidos, según un estudio internacional liderado por investigadores españoles. El trabajo describe un nuevo modelo predictivo para caracterizar los ecosistemas más vulnerables.
La falta de agua en la cuenca amazónica se está viendo agravada por el cambio climático, la deforestación y la agroganadería intensiva. Según un estudio reciente en el que han participado científicos españoles, algunas especies están al límite de su capacidad de adaptación, lo que reduce su potencial para almacenar carbono.
Un estudio en el que participan la NASA y el World Agroforestry con sede en Burkina Faso provee una amplia base de datos con nuevas mediciones sobre la cantidad de carbono que capturan tanto los bosques como los ejemplares individuales en una zona semiárida de África subsahariana.
Una investigación dirigida por el Instituto de Salud Global de Barcelona, que recopila datos en 93 urbes europeas, pone de relieve que cubrir un 30 % de este espacio con vegetación podría reducir de forma considerable el número de fallecimientos durante la época estival.
El efecto del calentamiento global en la productividad de los bosques ha pasado de positivo a negativo en los últimos 25 años. El aumento de temperatura conlleva mayor estrés hídrico estival, según refleja el análisis del crecimiento de tres especies de pino durante ocho décadas liderado por la Universidad Complutense de Madrid.
Este dispositivo volador puede aterrizar y tomar muestras de ADN de las especies que habitan los bosques. Esto abre a los científicos una nueva oportunidad para vigilar la biodiversidad con más facilidad.