En un experimento llevado a cabo por el CSIC, pollos de estornino negro emitieron señales para pedir alimento con una intensidad postural atenuada y un sonido característico cuando se les provocó una infección inocua bajo condiciones controladas de privación de alimento.
Un estudio en ratones analiza este vínculo afectivo, considerado fundamental para el desarrollo. Los resultados, publicados en la revista Science, apuntan cómo una población neuronal específica en el cerebro de las crías es clave para entender cómo estos primeros días pueden tener un profundo efecto en su salud y crecimiento.
Hasta ahora se creía que estos grandes simios aprendían siguiendo el modelo pasivo de sus progenitores. Sin embargo, un nuevo estudio muestra por primera vez que las madres orangután, protagonistas del #Cienciaalobestia, participan activamente en el aprendizaje de las habilidades de sus crías.
No han superado una, sino dos extinciones en masa hace 66 y 34 millones de años. Las especies de cocodrilos, protagonistas del #Cienciaalobestia, mantienen en la actualidad esa resistencia a las adversidades ambientales como el cambio climático porque seleccionan los lugares de anidación con cuidado.
La lactancia alomaterna consiste en que una hembra amamante a crías que no son las suyas, como antiguamente hacían las amas de leche o nodrizas. Un estudio recoge por primera vez en primates del Viejo Mundo estas redes de apoyo femeninas, que aumentan la supervivencia infantil.
Los machos de muchas especies, incluida la humana, dedican gran parte de su tiempo a la crianza y este comportamiento se refleja en un descenso de sus niveles de hormonas sexuales como la testosterona, lo que favorece el vínculo entre padre e hijo. Pero hay excepciones. En los lémures de vientre rojo, protagonistas de #Cienciaalobestia, los niveles de andrógenos aumentan cuanto más se involucran en el cuidado de las crías.
La muerte de una madre o de la matriarca es un acontecimiento dramático, pero la desventura de las crías de elefante no termina con esa pérdida. Cuando la tragedia es consecuencia de la caza furtiva, los jóvenes paquidermos, protagonistas de #Cienciaalobestia, suelen alejarse de su lugar de residencia para evitar las amenazas de los cazadores y asegurarse el suministro de alimentos.
Hace 40 años un equipo de científicos descubrió en EE UU 15 esqueletos perinatales de 77 millones de antigüedad de la especie de dinosaurio de pico de pato Maiasaura peeblesorum, pero nunca se estudiaron en detalle. Ahora, un equipo liderado por el Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont ha analizado los restos y revela que los principales cambios durante el desarrollo de las crías se centran en la elongación del hocico y de la mandíbula para acomodar el número creciente de dientes, entre otras adaptaciones.
Machos promiscuos. Hembras monógamas. Esta es la idea que teníamos hasta hace poco de la reproducción. La ciencia ha terminado desvelando la realidad: las hembras también copulan con varios individuos a lo largo de su vida y no siempre lo hacen para perpetuar la especie. ¿Qué ganan con esta conducta ranas, monas, pájaras o lagartas? Sea lo que sea, la mayoría de los machos permanecen junto a sus compañeras.
Las leyes humanas también tienen impacto en el reino animal. En concreto, las regulaciones sobre la caza provocan que los ciclos reproductivos de los animales se alteren. Los investigadores han detectado que las hembras de oso pardo aumentan el tiempo de cría hasta en un año, para evitar a los cazadores. Este comportamiento es opuesto al patrón de adaptación de otras especies animales.