Debido a las sequías y a las altas temperaturas, los incendios forestales están desarrollando nuevas formas de propagación. Este fenómeno supone todo un reto tanto para los efectivos de extinción como para la ciencia, que indaga nuevas alternativas de gestión.
La mayoría de las especies aviares se encuentran en zonas cálidas y ecuatoriales, donde la biodiversidad suele ser más abundante. Sin embargo, un nuevo estudio revela que el calor extremo, originado por el cambio climático, reduce las poblaciones de pájaros en estas regiones incluso cuando no hay factores humanos agravantes.
El calentamiento global ha afectado a la estructura de este glaciar hasta llegar a retraerse 800 metros en algunas zonas. Si continúa ese ritmo de degradación, la formación de hielo puede colapsar en cualquier momento, según informa un nuevo estudio.
Datos de la Agencia Estatal de Meteorología muestran que las olas de calor en el país duran cada vez más días y son más frecuentes. En lo que va de siglo, ya ha habido más del doble de estos fenómenos que entre 1975 y 1999.
Las altas temperaturas oceánicas provocan mortalidad masiva de especies, alteran hábitats marinos y afectan a la pesca y la acuicultura. Un nuevo análisis global alerta de que estos fenómenos extremos podrían presagiar un punto de inflexión en el sistema climático.
Un informe inglés estima que la razón del fallecimiento de 394 personas en las dos grandes urbes españolas durante la última semana de junio pudo ser consecuencia de la emergencia climática. Otras ciudades europeas también se vieron afectadas por el mismo fenómeno, que ya es responsable del 65 % de exceso de muertes.
El cambio climático y la sobreexplotación de recursos están detrás de algunos de los episodios de sequía más destructivos de la historia reciente, según un informe internacional que documenta impactos críticos en todos los continentes.
La lucha contra los incendios ha dejado de centrarse exclusivamente en la extinción. Hoy se plantea desde una óptica más ambiciosa y estructural, en la que la innovación tecnológica, la participación ciudadana y la gestión territorial son imprescindibles.
Un estudio liderado por la Universidad de Wuhan (China), con la colaboración del CEAB-CSIC, revela que los lagos —especialmente los de latitudes medias-altas del hemisferio norte— son actores importantes en el cambio climático. El acortamiento del tiempo que su superficie permanece helada modifica el intercambio de calor entre el agua y la atmósfera.
Esta cantidad podría haber alcanzado los 35 000 millones de dólares anuales a lo largo de los últimos 60 años, una cifra comparable al impacto económico global de los fenómenos extremos asociados al cambio climático.