Las colas de los aviones suelen ser verticales y centradas en su parte posterior, pero investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid han calculado que si su configuración es en V bajan las emisiones de óxidos de nitrógeno en casi un 2 % y por encima del 1 % las de CO2, además de conseguir ahorrar un 0,7 % en combustible.
Un equipo de científicos con participación española ha hallado altas concentraciones de mercurio, el tercer elemento más peligroso según la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades, en tres especies de estas aves. El estudio muestra que el metal se estaría acumulando en los ecosistemas antárticos.
El aumento de las temperaturas está provocando que algunos ecosistemas no puedan recuperarse nunca, ni siquiera logrando los objetivos a largo plazo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso, los biólogos moleculares han alzado su voz en la Cumbre del Clima de Glasgow para mostrar que esta rama de las ciencias de la vida puede en un futuro aportar soluciones a la lucha climática.
Las ciudades copan el protagonismo en la Cumbre del Clima de Glasgow. En ellas se encuentran algunos de los problemas, pero también parte de la solución. En España, los municipios de más de 50.000 habitantes deberán implementar antes de 2023 su propia Zona de Bajas Emisiones como parte de los esfuerzos contra el cambio climático.
Aunque durante los confinamientos se produjo un descenso en las emisiones globales de dióxido de carbono, en 2021 estas han vuelto a aumentar, según los expertos del Global Carbon Project. En países como China y la India, se han superado incluso los niveles de 2019. Los científicos piden reducir las emisiones cada año en una cantidad comparable a la registrada durante 2020 para poder lograr la neutralidad climática en 2050.
Liderados por la Unión Europea y EE UU, un centenar de países acordaron ayer en la Cumbre del Clima de Glasgow reducir este gas de efecto invernadero para 2030 y así limitar el aumento de las temperaturas en 0,2 ºC para 2050. La medida permitiría evitar 200.000 muertes prematuras, cientos de miles de ingresos hospitalarios de emergencia por asma y la pérdida de 20 millones de toneladas de cosechas al año.
Los objetivos actuales marcados por los países solo reducen el 7,5 % de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero previstas para 2030, cuando se necesita el 55 % de recorte para limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5 ºC. Con el ritmo actual, el mundo está abocado a sufrir un incremento de 2,7 ºC para finales de siglo.
El amoníaco generado por las heces y orina de las vacas se filtra en el suelo de las granjas, y puede contaminar tanto la tierra como los cursos de agua locales, además de convertirse en un potencial agente de efecto invernadero. Para reducir las emisiones de este gas, un equipo ha diseñado un método para entrenar a estos rumiantes a hacer sus necesidades en los lugares designados.
Un equipo liderado por científicos de Valencia ha observado con satélites las emisiones de metano de la cuenca Pérmica de EE UU, que genera el mayor volumen de estos gases del país y de los más importantes del planeta. El estudio detecta emisiones “extremas” en aquellos puntos que comenzaron a extraer gas y petróleo a partir de 2018.
El Perfil Ambiental de España, presentado hoy por la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, muestra, entre otros, que las emisiones de gases de efecto invernadero disminuyeron en 2018 un 6,2 % respecto a 2017, aunque aumentaron las de ciertos contaminantes atmosféricos. La superficie terrestre protegida aumentó un 2,5 % y la marina lo hizo un 2 % en 2019.