Las emisiones de CO2 alteran la química de las aguas del océano, las acidifican y provocan daños en los organismos marinos, sobre todo a corales o moluscos, que construyen caparazones o esqueletos de carbonato cálcico. Así lo confirma un equipo de investigación español que ha analizado y reconstruido los cambios de acidez marina a lo largo de la historia de la Tierra. Los científicos concluyen que a finales del siglo XXI la acidificación llegará a condiciones sin precedentes de los últimos 40 millones de años.
El estudio, que se publica en Trends in Ecology and Evolution, pone de manifiesto la magnitud y gravedad del cambio antropogénico en la química marina por las emisiones de CO2, que además provocan el calentamiento global. Los autores, liderados por investigadores del Instituto de Ciencias del Mar del CSIC y de la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados, confirman que los niveles de acidez que se alcanzarán a finales del siglo XXI serán intolerables para muchos organismos marinos.
“La acidificación oceánica podría ser una amenaza para la biología marina de nuestro planeta igual, o quizás superior, a la del calentamiento global. En vista de los impactos que detectamos a través de los registros fósiles, no queda ninguna duda de que deberíamos reducir inmediatamente nuestras emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera, para lo cual deberíamos adoptar nuevas normativas cuanto antes”, advierte Carles Pelejero, autor principal.
Para llegar a estas conclusiones, los autores han comparado las estimaciones actuales del pH de los océanos y las previsiones para finales del siglo XXI. Para ello, el equipo de investigación ha utilizado datos derivados de estudios paleoceanográficos que reconstruyen la evolución de la acidez de los océanos durante los últimos centenares de millones de años.
Según Eva Calvo, otra de las autoras e investigadora en el Instituto de Ciencias del Mar, “las aguas superficiales de los océanos se han acidificado unas 0.1 unidades de pH respecto los niveles preindustriales. La acidificación futura dependerá del CO2 que se emita a partir de ahora, pero las previsiones apuntan a que la acidez de los océanos pueda llegar a incrementarse en unas 0.3 o 0.4 unidades más a finales del siglo XXI”.
Los niveles de acidificación serán intolerables sobre todo para los corales y sus ecosistemas. “Estos cambios están sucediendo hasta 100 veces más rápido que durante las últimas decenas de millones de años, lo que llevará a condiciones sin precedentes en los últimos 40 millones de años como mínimo”, añade Calvo.
Necesidad de reducir emisiones
Los investigadores advierten sobre la “necesidad urgente” de reducir drásticamente las emisiones de CO2 ya que “es muy probable que en cuestión de una o dos décadas, las latitudes más altas de los océanos Atlántico, Pacífico y Austral acaben siendo muy hostiles para los organismos que calcifican”, aseguran los científicos.
Las extinciones masivas ocurridas en la historia de la Tierra, como la ocurrida hace 251 millones de años, se acompañaron de eventos pretéritos de acidificación oceánica, que habrían contribuido en la muerte de especies que no pudieron resistir el cambio. “El estudio de estos períodos del pasado proporciona información muy valiosa sobre lo que podría ocurrir en el futuro si continuamos empujando la acidificación de los océanos hacia límites todavía más extremos”, añaden los científicos.
La amenaza de la acidificación
“El proceso de acidificación oceánica podría considerarse el hermano malvado del calentamiento global”, asegura Pelejero. La acidificación ocurre a medida que el CO2 emitido por las actividades humanas, derivado de la quema de combustibles fósiles, se disuelve en los océanos. “Es un proceso independiente del calentamiento global, aunque tiene su mismo origen, las emisiones antropogénicas de dióxido de carbono”, añade el investigador.
Más del 30% de las emisiones de CO2 pasa directamente a los océanos, que se vuelven progresivamente más ácidos. La acidificación perjudica a muchas formas de vida marina, e interfieren, por ejemplo, en la productividad del fitoplancton, que constituye una parte vital de las redes tróficas, de las que dependen los peces, crustáceos y otras especies, muchas de ellas de gran importancia para el ser humano.
“En unos momentos en los que la demanda global de alimentos se está doblando, el impacto de la acidificación sobre la industria pesquera y, por lo tanto, sobre el abastecimiento de comida, podría significar una importante perturbación socioeconómica”, explica Ove Hoegh‐Guldberg, otro de los autores, y científico en el Centro de Excelencia de Estudios de Arrecifes de Coral y de la Universidad de Queensland (Australia).
-------------------------------
Referencia bibliográfica:
Carles Pelejero, Eva Calvo y Ove Hoegh‐Guldberg. “Paleoperspectives on ocean acidification” Trends in Ecology and Evolution. Doi:10.1016/j.tree.2010.02.00.