El plástico envejecido libera más carbono orgánico que el plástico nuevo, ya sea basado en petróleo o biodegradable, según un estudio liderado por Institut de Ciències del Mar de Barcelona. Sus muestran que este material libera compuestos químicos orgánicos y CO2 al agua de mar que provocan una bajada del pH de esta.
Científicos del CSIC analizan el efecto del aumento de la temperatura y la disminución del pH en la dinámica poblacional de una especie de medusa, típica del Mediterráneo, para conocer su repercusión en el ecosistema. Los resultados revelan que las condiciones de cambio climático, estimadas por el IPCC para el año 2100, no afectarían a la supervivencia de estos animales.
Los efectos del calentamiento del mar Mediterráneo en las comunidades planctónicas se verán agravados por la acidificación oceánica, según un estudio liderado por el del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Un equipo de científicos del CSIC confirma la alta concentración de CO2 de origen humano en masas de agua intercambiadas en el estrecho de Gibraltar. El estudio revela que el océano Atlántico es muy vulnerable a la acidificación y que algunas masas de agua del Mediterráneo acumulan altos niveles de dióxido de carbono.
Durante años se pensó que la acidificación de mares y océanos, producto de los altos niveles de dióxido de carbono en el agua, modificaba el comportamiento de los peces de los arrecifes de coral. Ahora, un estudio lo desmiente, pero advierte que su hábitat sigue dañándose, lo que les afecta directamente.
La paleontóloga Laia Alegret, de la Universidad de Zaragoza, ha contribuido a obtener la primera medida del pH de las aguas superficiales tras el impacto de un asteroide que produjo una extinción masiva a finales del Cretácico. Este estudio indica que su impacto en la Tierra, hace 66 millones de años. provocó la acidificación de los océanos.
Laia Alegret (izquierda) junto a dos estudiantes de doctorado, señalando el límite entre el Cretácico y el Paleógeno en la cueva de Geulhemmerberg (Países Bajos), donde se tomaron las muestras críticas que han proporcionado la primera medida del pH de las aguas oceánicas tras el impacto del asteroide / Laia Alegret
La acidificación de los océanos queda registrada en los cristales del esqueleto de coral. Este hecho supone una nueva herramienta para el estudio de los cambios ambientales del pasado y luchar contra el cambio climático. Esta es la principal conclusión de un estudio liderado por el científico español Ismael Coronado Vila, del Instituto de Paleobiología de Varsovia (Polonia).
Gran parte del dióxido de carbono atmosférico es absorbido por las aguas marinas, pero esto contribuye a su acidificación y altera gravemente los ecosistemas. Para entender qué ocurrirá en un futuro próximo en todos los océanos del mundo ante el cambio climático, un equipo de científicos han analizado cerca de las zonas polares el comportamiento de unas pequeñas algas unicelulares, llamadas cocolitóforos, que intervienen tanto absorbiendo como produciendo CO2.
La reducción del pH en aguas profundas afectará en 30 años a los corales de aguas frías, que son la base de ecosistemas milenarios. Esta es una de las conclusiones de un estudio en el que participa el Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo (CSIC), que advierte además que la circulación de retorno meridional del Atlántico también podría exportar estas aguas profundas acidificadas hacia el sur, extendiendo aguas corrosivas al océano mundial.