La salinización de los ríos es un problema global en países de todo el mundo y genera un gran coste medioambiental y económico, además de suponer un riesgo elevado para la salud global. El cambio climático y el consumo creciente de agua podrían agravar todavía más el panorama futuro, según una investigación internacional liderada por la Universidad de Barcelona.
La catedrática del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) Susan Solomon ha sido galardonada con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento por establecer las conexiones entre atmósfera, clima y actividad humana.
El tono rojizo de la nariz de los renos sirve para resistir las bajas temperaturas y la humedad intensa. El color es consecuencia de una fuerte concentración de glóbulos rojos y de una densidad de los vasos sanguíneos un 25% mayor que la humana.
La Cumbre del Clima en Doha (Catar) concluyó con una prórroga del protocolo de Kioto hasta 2020 y el compromiso solo de un grupo de países que conforman el 15% de las emisiones contaminantes a nivel mundial. Joan Grimalt, director del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua explica a SINC por qué el cambio climático es un problema, sobre todo, humano, ya que afectará a la economía y a toda la sociedad.
El cambio climático juega, de momento, un papel secundario en el origen o agravamiento de los conflictos sociales por el agua, y la vulnerabilidad de las poblaciones responde en gran medida a causas previas a los desastres naturales, como la pobreza o la corrupción institucional. Sin embargo, los sistemas de ayuda y protección social frente a desastres naturales en las regiones del Norte del Mediterráneo se están debilitando por la crisis económica, según las conclusiones del proyecto CLICO liderado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona.
El mismo meteorito que acabó con los dinosaurios provocó también la extinción de las lagartijas y serpientes y una modificación total del ecosistema. Un estudio de las universidades de Yale y Harvard explica que el 83% de estos reptiles desaparecieron tras el impacto, entre ellos la lagartija Obamadon gracilis, recientemente identificada.