Las imágenes ofrecidas la semana pasada por la NASA mostraban un acusado derretimiento de la capa superficial de Groenlandia, y ponían en evidencia su delicada situación. Sin embargo, un equipo internacional de científicos demuestra a través de datos de satélites y fotografías aéreas de los últimos 30 años, que la capa de hielo de Groenlandia, a pesar de su retroceso, es capaz de recuperarse y volver a estabilizarse.
Una de las fotografías del noroeste de Groenlandia tomadas por los investigadores. Imagen: J. Korsgaard / Museo de Historia Natural de Dinamarca.
El polen fosilizado de palmeras del Eoceno inferior (hace entre 55 y 48 millones de años), recuperado en los fondos marinos de la Antártida, confirma la presencia de bosques tropicales muy diversos, y revela unas temperaturas invernales cálidas, así como concentraciones de CO2 que duplican a las actuales. Según un equipo internacional de científicos con colaboración española, estas condiciones podrían volver a alcanzarse a finales de este siglo.
Un equipo internacional del Laboratorio Internacional en Cambio Global (LINCGlobal) ha analizado por primera vez la magnitud de los impactos causados por el aumento de la radiación ultravioleta B (UVB) y ha determinado el grado de sensibilidad relativa entre organismos y procesos marinos. Corales, crustáceos, larvas y huevos de peces son los más sensibles.
Un estudio liderado por la Universidad de Zaragoza refuerza la hipótesis de que la extinción de los dinosaurios pudo ser brusca y repentina (y no gradual) debido al impacto de un meteorito en la Tierra y al gran desajuste medioambiental originado. El trabajo del grupo de investigación Aragosaurus-IUCA muestra que los saurópodos (dinosaurios herbívoros, con cuello y cola largas y de andar cuadrúpedo), que vivieron al final del Cretácico en Europa, mantuvieron su diversidad hasta su extinción, hace unos 65 millones de años.
Con un tamaño similar a un melón mediano y cerca de un kilo de peso, la pieza de ámbar hallada en el yacimiento de San Just en Utrillas (Teruel) se convierte en la más grande encontrada hasta la fecha en el sitio turolense y en una de las mayores de España. El fragmento ayudará entender los procesos de formación de las masas de resina fósiles.
Pieza de ámbar hallada en el yacimiento de San Just en Utrillas (Teruel). Imagen: Fundación Dinópolis.