Pablo Tejedo, biólogo de IE Universidad de Segovia, forma parte de un equipo de investigadores españoles e ingleses, que, desde hace años, trabaja para impedir que la oleada masiva de turistas que llegan hasta las costas de Isla Decepción, una pequeña maravilla de la naturaleza situada en la Antártida, provoquen un impacto insalvable en el ecosistema.
Investigadores estadounidenses han estudiado el porqué de la forma de la cabeza de los tiburones martillo (Sphyrna mokarran), uno de los escualos más peculiares del océano. El estudio, que se publica ahora en Journal of Experimental Biology, confirma que su cabeza le confiere una visión estereoscópica hacia delante y hacia atrás y una excelente percepción de las profundidades.
Lynn Margulis, en una visita reciente a Madrid.
Un ejemplar de la especie Seiurus aurocapillus analizado en el estudio.
Tiburón martillo (Sphyrna mokarran).
Investigadores franceses han estudiado la variabilidad en un periodo mayor a diez años del fitoplancton para determinar el impacto del cambio climático sobre estos microorganismos. La investigación, que se publica ahora en Science, demuestra que existe una relación directa entre los cambios físicos en los océanos del mundo y la cantidad de fitoplancton que hay en ellos.
El accidente de la mina de Aznalcóllar que hace más de 11 años contaminó parte del Parque Nacional de Doñana minó también el hábitat de los reptiles. Ahora un equipo de investigadores españoles, que ha analizado la comunidad de reptiles desde el año 2000, ha demostrado con la instalación de refugios artificiales que la desaparición de los refugios naturales redujo gravemente la población de lagartos y serpientes.
Lagarto ocelado (Timon lepidus) en el Corredor de Doñana.
Salamanquesa común (Tarentola mauritanica).