Un equipo internacional, liderado por un investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, ha descubierto en linajes de Escherichia coli que la proporción global de mutaciones letales, perjudiciales y neutrales se mantiene prácticamente constante a lo largo de la evolución.
El nombre del género hace referencia a la ciudad de Madrid (fundada como Magerit) seguido de felis (“gato” en latín) y el de la especie, al paleontólogo francés Stéphane Peigné que colaboró en su descripción, liderada por investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Los fósiles de hace más de 15 millones de años de este felino se encontraron bajo la estación de Príncipe Pío de la capital.
Cuando todavía existían los dinosaurios, los antepasados de los primates vivían habitualmente en parejas. Expertos del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia sostienen que solo el 15 % de ellos optó por un estilo de vida solitario, lo que cuestiona la hipótesis hasta ahora aceptada de que en aquella época vivían solos.
Mirar al pasado y ver qué nos diferencia de nuestros parientes más próximos nos ha ayudado a entender al ser humano y sus características actuales. Juan Ignacio Pérez Iglesias ha publicado recientemente el libro Primates al Este del Edén, con una nueva perspectiva: nuestra estrategia de vida “prudente” nos convirtió en una especie exitosa.
Cuando anidan, estos animales tienen períodos de sueño de más de once horas al día, pero no todos a la vez. Además, se quedan dormidos en miles de ocasiones, pero solo durante unos cuatro segundos, para poder mantener la vigilancia sobre sus nidos.
Un estudio del CSIC muestra que durante la evolución tanto los genes únicos como las redes genéticas de un órgano se pueden reutilizar en otro con una función diferente.
Hay pruebas demográficas y hormonales de que las hembras de la comunidad Ngogo de chimpancés salvajes del Parque Nacional de Kibale, en Uganda, viven alrededor del 20 % de su existencia en estado posreproductivo. Lo confirma un estudio internacional, que encabezan científicos de la Universidad de California, en EE UU, y del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania.
Hace 10.000 años, los primeros agricultores procedentes de Anatolia disminuyeron los niveles de ascendencia neandertal europea. Este es el principal hallazgo de un estudio genómico de la Universidad de Ginebra, en Suiza, que explica por qué en esta zona hay menos rastro de la especie extinta que en el este de Asia en la actualidad.
Un nuevo estudio, liderado por por científicos del EE UU y del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont, ha utilizado modelos computacionales para reconstruir el cráneo de una especie de gran simio, cuyos restos se encontraron en el vertedero de un municipio barcelonés. Este homínido basal, denominado Pierolapithecus catalaunicus, puede ser clave para comprender la evolución de los grandes simios y los humanos.
La evolución darwiniana de las plantas y animales es conocida, pero podría ser solo un caso muy especial de un fenómeno natural mucho más amplio. Maravillas similares ocurren con estrellas, planetas, minerales y otros sistemas complejos, donde si una configuración novedosa va bien y mejora su función, entonces evoluciona, según una nueva “ley de información funcional creciente”.