Investigadores españoles han analizado cómo aquellas personas que realizaron más actividad física y de mayor intensidad afrontaron mejor el encierro domiciliario y experimentaron menos síntomas depresivos y mayor bienestar emocional.
Investigadores del CNIO han tratado ratones obesos con digoxina, un fármaco indicado contra varias enfermedades cardiacas, y han observado cómo los animales perdían hasta un 40 % de peso incluso al tomar una dieta rica en grasa. Además, los roedores se curaron de trastornos metabólicos asociados a la obesidad.
Las enfermedades no golpean a todos por igual. El lugar donde se vive y trabaja, el nivel de ingresos y otras dolencias influyen en la salud, algo que está sucediendo también con la covid-19. Algunos expertos plantean que estamos ante una sindemia y que, para afrontarla, la medicina no basta.
Las personas con obesidad mórbida tienen el doble de riesgo de ser hospitalizadas por coronavirus e incluso de tener que ser ingresadas en UCI o morir. En el caso de menores de 50 años, el riesgo de complicaciones graves se multiplica por 14. Esta patología podría suponer en adultos jóvenes un riesgo similar a tener más de 65 años.
El tratamiento del exceso de peso constituye un reto tanto para las autoridades sanitarias como para los profesionales de la salud. Un nuevo estudio muestra que si los beneficios de estas terapias pueden extenderse a las personas más cercanas al paciente, esto supondría una optimización de los costes y del esfuerzo del equipo sanitario asistencial.
El vínculo entre la obesidad y otras patologías podría deberse a un tipo de mutación genética. Así concluye un estudio, liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona, que muestra cómo variaciones habituales en la población son más frecuentes en personas obesas con al menos una de estas enfermedades relacionadas.
Comer alimentos poco adecuados y la falta de actividad física durante la cuarentena ha tenido consecuencias en el estado metabólico que van más allá de lo estético: la obesidad es un factor de riesgo para la COVID-19, su prevalencia aumenta en personas con un nivel socioeconómico más bajo y afecta especialmente al desarrollo infantil. Ahora toca mitigar estos efectos colaterales de la pandemia.
Un estudio realizado en España concluye que, cuando la dieta es saludable, la presencia de obesidad no aumenta el riesgo de diabetes. Este hallazgo podría cambiar la estrategia dietética en pacientes prediabéticos hacia enfoques centrados en una alimentación más sana, en lugar de en la pérdida de peso.
Esta semana, la revista Nature Medicine ha publicado un texto de consenso para acabar con la discriminación de las personas obesas. El informe apela a los profesionales de salud, autoridades sanitarias, medios de comunicación y sociedad para crear una nueva narrativa sobre esta enfermedad.
Un equipo de investigadores liderados por la Universitat Pompeu Fabra ha descubierto la implicación de determinadas áreas corticales en el cerebro en la pérdida de control de la ingesta de comida. El estudio se ha realizado en ratones.