La composición de los siete planetas que orbitan la cercana estrella TRAPPIST-1 es básicamente rocosa y, potencialmente, algunos podrían albergar más agua que la Tierra, según un nuevo estudio. Incluso algunos de estos exoplanetas podrían tener hasta un 5% de su masa en forma de agua volátil, aproximadamente 250 veces más que los océanos de la Tierra.
Los siete exoplanetas que giran alrededor de la estrella enana y fría TRAPPIST-1 parecen no ser tan propicios para albergar vida como se creía. Dos nuevos estudios del Harvard-Smithsonian Centre for Astrophysics indican que la radiación intensa procedente del astro situado a 40 años luz habría arrasado las atmósferas de estos mundos rocosos.
Después de los espectaculares descubrimientos de las siete ‘tierras’ alrededor de la enana roja TRAPPIST-1 y del exoplaneta Proxima b en torno a nuestra estrella más cercana, ahora llega el que podría ser el mejor candidato para buscar señales de vida fuera del sistema solar: LHS 1140b. Es una supertierra que orbita en la zona habitable de otra estrella enana roja cercana, a unos 40 años luz.
Gracias a la cámara del telescopio Kepler, la NASA ha podido grabar la primera imagen real del sistema extrasolar TRAPPIST-1, captando los cambios en la emisión de luz de su estrella. Los siete exoplanetas que giran a su alrededor provocan microeclipses imposibles de observar por el ojo humano.
El descubrimiento de siete planetas del tamaño de la Tierra orbitando alrededor de la estrella TRAPPIST-1 –tres de ellos situados en la zona de habitabilidad– nos confirma, una vez más, que la astrobiología tiene conexiones con la habitabilidad planetaria. El hallazgo ha abierto todas las puertas a la imaginación y a la especulación sobre la existencia de vida. Como expertos en astrobiología tenemos que ser cautos y no conjeturar hasta que no tengamos evidencias palpables de que alguno de los planetas tiene vida.