El 14 de septiembre de 2015, los detectores LIGO captaron por primera vez una señal inequívoca de ondas gravitacionales. Aquella observación abrió una nueva ventana al cosmos y dio inicio a una disciplina que ha transformado nuestra manera de explorar el cosmos.
Una nueva señal de ondas gravitacionales ha permitido comprobar con precisión teorías clave sobre la masa, el giro y la evolución de los agujeros negros. El análisis del eco final tras la colisión confirma predicciones fundamentales de la relatividad general y la termodinámica.
El evento, bautizado GRB 250702B, se prolongó durante casi un día y emitió varias ráfagas, algo inédito en medio siglo de observaciones de este tipo de explosiones cósmicas.
Una investigación sugiere que los agujeros negros supermasivos podrían generar partículas de alta energía comparables a las de los grandes aceleradores terrestres, lo que ofrece una alternativa natural frente al coste y complejidad de infraestructuras como el LHC.
Científicos españoles han participado en este estudio aportando datos clave sobre la naturaleza de uno de estos peculiares eventos, llamado AT 2021hdr. Con la intención de comprender mejor el sistema y optimizar sus modelos, planean continuar las observaciones, al tiempo que analizan la galaxia donde se encuentra.
Los finalistas de este año están encabezados por un tipo de medicamentos inyectables prometedores para los problemas de salud asociados a la obesidad. Además, también aparecen en el ranking, el desarrollo de terapias con anticuerpos que pueden ralentizar la neurodegeneración en los enfermos de alzhéimer o el descubrimiento de fuentes naturales de hidrógeno bajo la superficie de la Tierra.
Como regalo final de su exitoso primer año, la NASA y la ESA han publicado la imagen captada por el telescopio espacial James Webb de la región de formación estelar más cercana a la Tierra. Se trata del complejo de nubes Rho Ophiuchi, situado a 390 años luz de distancia.
Tras utilizar los púlsares de nuestra galaxia como relojes cósmicos, la colaboración internacional NANOGrav ha 'escuchado' el coro de las más potentes ondas gravitacionales conocidas, que distorsionan el espacio-tiempo al atravesar todo lo que existe. El sonido procede de las interacciones de colosales agujeros negros supermasivos.
El trabajo presenta una muestra de siete galaxias enanas, entre 10.000 y 6.000 millones de años después del Big Bang, que hospedan este tipo de regiones finitas del espacio. La ciencia solo había hallado casos similares en el universo de hoy en día, es decir, 13,6 gigaaños tras el Big Bang.