La desinformación en torno a la DANA, desde hipotéticos cadáveres en un parking hasta teorías de manipulación climática, exponen cómo la desinformación aprovecha las tragedias para erosionar la confianza en las instituciones, amplificar discursos populistas y polarizar la esfera pública.
El desastre ocurrido en Valencia ha traído consigo una riada de noticias falsas que han circulado por redes sociales y medios. La urgencia por obtener respuestas nos lleva a confiar en información emocionalmente impactante, aunque no provenga de fuentes fiables. La psicología cognitiva explica cómo el miedo y la búsqueda de certeza impulsan la difusión de estos contenidos y subraya la importancia del pensamiento crítico para enfrentar la incertidumbre con responsabilidad y solidaridad.
La tragedia de la DANA en Valencia y en otros puntos de España ha estado acompañada por un aluvión de falsedades que circulan por las redes. La incertidumbre y el temor son un buen caldo de cultivo para que los propagadores de fake news viralicen y moneticen su contenido, a la vez que desestabilizan el sistema, opina Ramón Salaverría, experto en desinformación.
Las redes neuronales profundas permiten obtener voces sintéticas cada vez más realistas, lo cual puede generar desinformación cuando se usa, por ejemplo, para suplantar voces de personalidades públicas y políticos. Un equipo de la la Universidad de Granada y de la empresa española Monoceros Labs ha desarrollado un sistema que ayuda a discernir cuando la grabación es real o falsa.
Un video ultrafalso del presidente ruso Vladimir Putin anunciando la paz con Ucrania y distribuido en Twitter –ahora X– es uno de los más de 1.200 tuits analizados por investigadores de la Universidad de Cork (Irlanda). Su objetivo es evaluar el impacto que pueden tener estos contenidos manipulados durante los conflictos bélicos.
La iniciativa europea HYBRIDS, coordinada desde España, aunará el uso de redes neuronales artificiales con el conocimiento estructurado de expertos que investigarán cómo frenar las noticias falsas, la polarización de los medios, el discurso del odio o el acoso a las minorías en internet.
Un estudio impulsado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología indica que más del 60 % de los encuestados busca información de manera habitual sobre temas de ciencia y salud. Internet es el medio más utilizado para informarse sobre estos temas, y las redes sociales son el canal con más probabilidad de propagar información falsa.
La rápida deserción que se está produciendo entre las organizaciones que han dirigido las amenazas de ciberseguridad más críticas a occidente en los últimos años deja en evidencia que estos grupos, como sucede también con los oligarcas, están más preocupados de su fortuna personal que de otra cosa. Ya no hay romance con Rusia, sino bitcoins.
El biólogo evolutivo Carl Bergstrom y el científico de datos Jevin West empoderan al lector para que sea capaz de reconocer a un vendehúmos aunque se oculte tras una maraña de cifras. El problema, según ellos, es que pensamos erróneamente que los datos no mienten y que si alguien los enseña dice la verdad.