Este ha sido uno de los eslóganes más coreados en la manifestación del Orgullo en Vigo este año. Probablemente, se gritaría en numerosos otros pueblos y ciudades, en los que el ambiente festivo no acalla la crítica. Hay bastante que festejar, pero hay mucho más por reivindicar porque la comunidad LGTBIQ+ aún enfrenta diversas violencias y desigualdades.
A la comunidad LGTB no le falta representación en los laboratorios, pero sus miembros lamentan la falta de modelos que les den visibilidad. Además, consideran que el gremio debería unirse para mostrar su rechazo ante mensajes discriminatorios y contrarios a la evidencia científica como los defendidos por el bus tránsfobo que recorrió España el año pasado.
En 1987 se firmó el Protocolo de Montreal para preservar la capa de ozono; el terrorista Unabomber puso una bomba en Salt Lake City y el mundo alcanzó los 5.000 millones de habitantes. Todo esto, documentado en los medios, coincidió con la creación del movimiento Act Up! formado principalmente por gais que, aunque mucho menos conocido, es uno de los artífices de que la infección por VIH sea hoy una condición crónica para quienes acceden a los tratamientos. En España, esa presión social la ejercieron hace veinte años organizaciones como Hispanosida.