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El periodo vacacional ofrece un respiro a nuestra cabeza, que en la ciudad suele ser más vulnerable a la ansiedad y el estrés. En un entorno más relajado, sin obligaciones ni horarios, el cerebro pasa buena parte del tiempo trabajando en modo predeterminado, un estado muy saludable que le permite recuperarse y fomenta la creatividad. Y es una buena forma de desconectar del trabajo.
Un estudio en ratones analiza este vínculo afectivo, considerado fundamental para el desarrollo. Los resultados, publicados en la revista Science, apuntan cómo una población neuronal específica en el cerebro de las crías es clave para entender cómo estos primeros días pueden tener un profundo efecto en su salud y crecimiento.
El fragmento, con un tamaño similar a medio grano de arroz, contiene 57.000 células, 230 milímetros de vasos sanguíneos y 150 millones de sinapsis. En conjunto, equivale a 1.400 terabytes de datos. El mapa 3D muestra con detalle cada célula y su red de conexiones neuronales. Los autores esperan que los resultados, que estarán en abierto, contribuyan a conocer mejor el cerebro y al desarrollo de nuevas terapias.
Neurobiólogos de la Universidad de California han descubierto en ratones cómo la tensión y el agobio se convierten en pánico en afecciones como el trastorno de estrés postraumático. El estudio, publicado hoy en Science, revela también un método para bloquear esta emoción.
La neurotecnología ha comenzado a ofrecer dispositivos médicos que benefician a nuestra sociedad, pero también ha surgido un problema con la privacidad de los datos neuronales que conviene regular. Uno de los padres de la iniciativa BRAIN, Rafael Yuste, ha hablado sobre ello en el Congreso, y después nos ha contado que este gran proyecto sobre el cerebro “va como un tiro”.
En nuestro genoma y en el de otros animales mandibulados se conserva una secuencia genética derivada de primitivos retrovirus que resulta esencial para producir mielina, la capa que protege y hace más eficientes a las fibras nerviosas. Así lo revela un estudio de investigadores británicos, quienes recuerdan que sin mielinización no se habría producido la gran diversidad de peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos, con sus complejos cerebros.
Hasta ahora no había evidencia neurocientífica clara que explique por qué los menores aprenden de manera más eficiente que los adultos. Nuevas investigaciones indican que la clave está en las concentraciones de un neurotransmisor fundamental en el cerebro: en esta etapa sus niveles son más flexibles.
Un conjunto de artículos publicados en la revista Nature ofrecen la más completa caracterización y clasificación de tipos celulares del cerebro de este mamífero. Los resultados ayudan a comprender mejor la organización de este órgano, los circuitos neuronales y la función de cada una de sus células, además de contribuir a la investigación de los trastornos neurológicos en humanos.
Una investigación del Instituto de Neurociencias de Alicante ha detallado, por primera vez, el ‘efecto espejo’ que permite a ambos lados del cerebro procesar la información de los sentidos de forma continua y actuar como uno solo.
Estos cultivos celulares tridimensionales ayudan a los investigadores a comprender los procesos biológicos en la salud y la enfermedad. Sin embargo, es difícil influir en la manera en que se organizan en tejidos complejos. Ahora, un grupo liderado por científicos alemanes ha encontrado una nueva forma de hacerlo. Su trabajo se publica en Nature Methods.