Investigadores de la Universidad de Huelva han comprobado los efectos positivos que provoca la utilización de actividades didácticas guiadas por canciones y videoclips en el conocimiento de otro idioma.
Un equipo del departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Huelva ha demostrado que los estudiantes de una segunda lengua mejoran sus habilidades comunicativas en ese idioma empleando actividades guiadas por la música durante su aprendizaje.
Según los resultados del estudio, publicados en la revista Frontiers in Psychology, el uso de estas herramientas también incrementa sus competencias interpersonales y de colaboración con el resto de compañeros, además de reforzar la tolerancia y empatía hacia los demás en situaciones donde una persona necesita expresarse.
En concreto, los expertos se han basado en las experiencias de aprendizaje de idiomas mediadas. Se trata de un decálogo denominado MeLLE que recopila los parámetros que debe presentar la función mediadora en el aula, es decir, qué factores son necesarios para que un alumno adopte este rol y facilite la comunicación entre emisor y receptor.
El objetivo, dicen los autores, es evaluar indicadores como la motivación por parte del alumno, su implicación, la tolerancia y la escucha activa, todas ellas relacionadas con el componente afectivo mientras se aprende un idioma. “De este modo se reduce la sensación de estrés, bloqueo, miedos que surgen a la hora de hablar en público en otra lengua”.
Para ello, se han centrado en aquellas acciones donde la música es el método central de la enseñanza de esta segunda lengua con el fin de verificar si son idóneas durante el periodo de aprendizaje y cómo influye en la mediación. “La diferencia de un traductor y un mediador es que el primero debe transmitir el mensaje literal del emisor al receptor, mientras que el mediador lo facilita. No se espera que sea una traducción exacta”, explica Esther Cores-Bilbao, coautora del estudio.
Así, los investigadores han corroborado que este nuevo indicador tiene una función esencial y se evalúan destrezas del alumnado que van más allá de las cuatro habilidades básicas del lenguaje: lingüísticas, escritura, compresión lectora y escucha activa, como recogen en el estudio. “Estas experiencias implican un cambio socioemocional en el alumnado, centrándose en los demás, en sus necesidades e intereses, al tratar de ayudarlos a comprender textos, conceptos o facilitar la comunicación con sus compañeros”, asegura la autora del estudio.
Para ello, el equipo diseñó e implementó un cuestionario denominado Music-MeLLE en un aula de estudiantes adultos y les pidieron que se autoevaluaran sobre diversas cuestiones relacionadas con su capacidad de mediación y su estado anímico.
El papel del mediador
“Un mediador es un ayudante muy necesario para quienes tienen dificultades a la hora de comprender textos, conceptos o para comunicarse en un idioma o cultura extranjera. Es un puente entre los interlocutores y sobre esta figura queríamos enfocar nuestro trabajo, una habilidad que se valorará a partir de ahora mientras se aprende un idioma”, comenta Cores-Bilbao.
Este estudio se centra en el cambio de paradigma encabezado por el Marco Común Europeo para el Volumen Compañero de Idiomas (MCER / CV), ya implantado en las Escuelas Oficiales de Idiomas, y las repercusiones que tendrá para la didáctica de idiomas extranjeros, ya que las tareas cooperativas se vuelven centrales para el aprendizaje de otras lenguas.
Según los expertos, el resultado más evidente se observó en las habilidades de mediación textual, es decir, en la capacidad del alumno para interpretar con palabras lo que ve en imágenes. “No se trata de ser traductores de quienes no tienen tanta soltura con el idioma, sino de facilitar su comprensión y ayudarles a hacerse entender”, explica la experta.
Para medir los resultados de este análisis, participaron medio centenar de estudiantes adultos que se inscribieron en un curso intensivo de inglés durante el año académico 2018-2019 en una escuela de idiomas. De diferentes nacionalidades -española, letona, turca, francesa, mexicana y eslovaca-, su nivel de competencia en inglés variaba entre el A2 y el C1. Asimismo, su perfil se correspondía con personas multilingües: el 43.2% hablaba dos idiomas, el 31.8% tres y el 25% más de tres.
De este modo, los estudiantes tuvieron que seleccionar un vídeo musical moderno y describir sus elementos audiovisuales y textuales, así como discutir cómo podrían usar las características típicas de canciones y videoclips para transmitir mensajes educativos. Al mismo tiempo, se les pidió que publicaran una entrada en el blog recomendando temas que contengan mensajes positivos o que puedan ayudar a desarrollar la competencia lingüística de los estudiantes de idiomas extranjeros. “La finalidad de estas actividades era medir su grado de mediación y comprobar su capacidad de expresión oral”, matiza Cores-Bilbao.
Referencia bibliográfica:
Esther Cores-Bilbao; Analí Fernández-Corbacho, Francisco H. Machancoses and M. C. Fonseca-Mora: “A Music-Mediated Language Learning Experience: Students’ Awareness of Their Socio-Emotional Skills”. Front. Psychol., Octubre de 2019.