El océano, el suelo, las rocas y los árboles actúan como sumideros de carbono, pero están lejos de los focos de contaminación donde hay mayores emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo CO2. Para absorber este gas, un investigador español propone utilizar residuos humanos, agrícolas y ganaderos, como la orina.
Según un estudio internacional, con participación española y que publica la revista Nature esta semana, el CO2 producido por los ecosistemas acuáticos será en ocasiones el doble del generado por los terrestres. Una compilación global de datos y una teoría matemática han permitido calcular el incremento de la respiración de estos entornos ante el cambio de temperaturas.
Según el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF), los bosques españoles han acumulado CO2 a una velocidad media de 5 toneladas por hectárea y año. Los expertos alertan de que la tendencia podría invertirse hacia finales de siglo si se cumplen los escenarios de cambio climático previstos.
Hasta ahora, la comunidad científica sospechaba que el aumento de los niveles de CO2 y el calentamiento global que puso fin a la Edad de Hielo (hace 10.000 años) estaban relacionados. Un nuevo estudio internacional, financiado por la Fundación Nacional de Ciencia de EE UU y publicado esta semana en la revista 'Nature', confirma esta relación causa-efecto.
Según un estudio de la Universidad del País Vasco, una concentración mayor de CO2 coloca a algunas plantas en una situación ventajosa para afrontar la falta e agua. Precisamente, el recrudecimiento de los periodos de sequía es una de las principales consecuencias del cambio climático, que afecta especialmente a los cultivos.
En 2011 el sector eléctrico español generó cerca de 73 millones de toneladas de CO2, un 25 % más que en 2010, según datos facilitados por Red Eléctrica. El aumento se relaciona con la mayor actividad de las centrales de carbón, que doblaron su producción el año pasado, y la menor contribución de otras fuentes de energía “limpias”, en especial la hidráulica. La demanda bruta de energía eléctrica en la Península se ha reducido un 2,1%.
El ensayo Malagón, que forma parte del Campus de Excelencia en Agroalimentación ceiA3, ha cumplido 25 años probando, entre otros resultados, que no labrar la tierra entre cosechas contribuye a reducir las emisiones de C02 y los costes de fertilización.
Un nuevo estudio con participación española sugiere que la tasa de calentamiento global que obtendríamos al duplicar el dióxido de carbono atmosférico estaría por debajo de las estimaciones más alarmantes de algunos estudios previos. De hecho, la investigación estima que sería menos grave de lo que predijo el informe de 2007 del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).
El Servicio de Espectrometría de Masas de la Universidad de Salamanca y la empresa Iberdrola acaban de iniciar un proyecto de investigación para intentar separar el dióxido de carbono (CO2) de los gases que emiten las centrales térmicas. El objetivo es comprobar si las técnicas que utiliza la espectrometría de masas para identificar compuestos serían útiles para llevar a cabo esta separación de una manera eficiente, es decir, sin tener que emplear para ello demasiada energía.