Hace 50 años, las DANA, que entonces se llamaban gotas frías, ocurrían entre tres y cuatro veces al año, esencialmente en noviembre. Hoy ocurren a lo largo de todo el año. ¿Por qué?
Sustituir petróleo, carbón y gas por energías limpias, como se acordó en la pasada cumbre del clima en Dubái, podría tener un impacto mayor del que se creía en la salud global, según un estudio liderado por el Instituto Max Planck alemán.
El pacto al que se llega el día después de la fecha prevista para el fin de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático consigue mantener el objetivo de París de no superar el umbral de seguridad de calentamiento global que marca la ciencia: 1.5 ºC sobre los niveles preindustriales. En él se pide a los Estados iniciar una transición para alejarse de los hidrocarburos, "de manera ordenada y equitativa".
Guterres asegura que hay que ofrecer un plan claro para triplicar las energías renovables y duplicar la eficiencia energética, sin dejar de abordar la causa fundamental de la crisis climática: la producción y el consumo de gas y petróleo. Esta transformación debería tener en cuenta "el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, en función de las circunstancias nacionales", en sus palabras.
¿En qué se parece el cambio climático actual y el de hace 56 millones de años, descubierto por Ellen Thomas y su colega James Zachos? Tal y como documentaron estos científicos, aquel episodio fue ocasionado por grandes emisiones de CO2 a la atmósfera. Otra similitud es que se trató de un calentamiento global que produjo largos periodos de sequía, seguidos de fuertes lluvias e inundaciones. “Lo mismo que ocurre y nos toca padecer ahora en todo el mundo”, dice Thomas.
Un informe en The Lancet advierte de que el cambio climático está provocando graves impactos en la salud en todo el mundo. El trabajo recalca que la persistente y excesiva dependencia de combustibles fósiles está empeorando rápidamente esta crisis.
Cerca del 60 % de las reservas actuales de petróleo y gas metano fósil, y el 90% de las de carbón deben permanecer bajo tierra para 2050 si queremos tener al menos un 50 % de posibilidades de cumplir con los objetivos establecidos por el Acuerdo de París.
Inundaciones devastadoras en Europa y China, olas de calor históricas en Canadá y grandes incendios forestales son algunos de los fenómenos extremos que se han producido estas últimas semanas. Pero estos eventos se han intensificado desde los últimos años. Un nuevo estudio recoge datos preocupantes del estado ambiental del planeta y concluye que no se han tomado medidas efectivas para paliar el cambio climático.
La pandemia es una oportunidad para que los gobiernos se replanteen el modelo económico y de producción que ha desencadenado una crisis climática. Sin embargo, el G20 sigue destinando un 60 % más a actividades de combustibles fósiles que a inversiones sostenibles. “Vemos el problema a medio y largo plazo, por eso no actuamos como lo hemos hecho con la covid, pero los efectos pueden ser mucho peores.”, asegura Peñuelas, investigador del CSIC.
Uno de los objetivos del Acuerdo de París aprobado en diciembre de 2015 para luchar contra el cambio climático es que el aumento de la temperatura del planeta en 2100 no supere los 2 ºC, y si es posible los 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales. Un nuevo estudio ha planteado cuatro escenarios futuros de reducción de emisiones de CO2 y aumento de renovables, y ni siquiera en el mejor de los casos se lograría "enfriar" el planeta.