Tras analizar más de 3 000 fósiles, una investigación demuestra que la biodiversidad del pasado podía compensar las especies extintas con otras nuevas capaces de desempeñar el mismo rol. No obstante, en la actualidad el ritmo de desaparición es tan alto que podría desequilibrar el sistema.
Las relaciones tróficas explican los cambios en la distribución de las especies y cómo proteger los ecosistemas. Un nuevo estudio se enfoca en las poblaciones del oso pardo para analizar su cohabitación con otras especies y la respuesta al cambio climático.
Un nuevo estudio recupera con éxito restos proteicos en cuatro dientes fosilizados hallados en la cueva sudafricana de Swartkrans. Los restos arqueológicos pertenecen al Paranthropus robustus, un pariente extinto del ser humano que caminaba erguido.
En colaboración con comunidades indígenas, un equipo internacional de 40 científicos halló ADN de una de las dos bacterias responsables de esta enfermedad estigmatizante en los restos de individuos que vivieron en lo que hoy es Argentina y Canadá hace más de mil años.
Un estudio liderado por la Universidad de Wuhan (China), con la colaboración del CEAB-CSIC, revela que los lagos —especialmente los de latitudes medias-altas del hemisferio norte— son actores importantes en el cambio climático. El acortamiento del tiempo que su superficie permanece helada modifica el intercambio de calor entre el agua y la atmósfera.
Un estudio demuestra que estos felinos responden de manera diferente al olor de su dueño que al de una persona que acaban de conocer. De hecho, emplean más tiempo en olfatear a los desconocidos y prefieren hacerlo con la fosa nasal derecha. Esto señala que emplean los hemisferios cerebrales para distintas tareas.
Los seres humanos ya fabricaban este tipo de utensilios hace 20 000 años, según un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona, el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia y la Universidad de Columbia Británica. Este descubrimiento amplía nuestra comprensión sobre el uso temprano de restos de ballena por parte de los humanos y ofrece información valiosa sobre la ecología marina de la época.
Juan Pérez Mercader, investigador en la Universidad de Harvard, desarrolla sistemas sintéticos capaces de reproducir las mismas propiedades de la vida natural, lo que permitiría la investigación en aplicaciones para crear tejidos artificiales sin un origen biológico. Estos organismos son capaces de gestionar información, generar moléculas más complejas e incluso reproducirse y evolucionar.
Una nueva mirada al pasado. Un nuevo estudio analiza la composición isotópica del zinc en dientes fósiles de este tiburón prehistórico y revela que también se alimentaba de presas pequeñas cuando no las había mayores. Esta nueva investigación aporta una pieza más al rompecabezas sobre cómo vivía y por qué desapareció uno de los depredadores más formidables de la historia natural.
Esta cantidad podría haber alcanzado los 35 000 millones de dólares anuales a lo largo de los últimos 60 años, una cifra comparable al impacto económico global de los fenómenos extremos asociados al cambio climático.